Lumia 1020: Una bitácora de viaje

Un recorrido por los caminos del sur argentino ha sido el pretexto ideal para poner a prueba el nuevo smartphone de alta gama de Nokia, el cual ostenta una cámara de brutales 41 megapíxeles. Impresiones de un usuario a tiempo completo, imágenes capturadas por su lente y curiosas experiencias entre los cautivantes paisajes de la Patagonia.

No soy amante de las grandes urbes, sin embargo he vivido en una de ellas –la más urbana del país- durante los más de treinta años que exhiben mi documento y que denotan las primeras canas que asoman en la sien. Tengo alma de viajero, aunque el calendario laboral me obsequie solamente dos escuetas semanas para la vacación. Acaso aquel espíritu nómade haya llegado hasta mí por herencia sanguínea: durante casi veinte años mi viejo fue viajante de comercio, ocupación gracias a la cual pudo recorrer el país de cabo a rabo, de Ushuaia hasta la Quiaca, como suele decirse. Fue él quien me contó una historia que más tarde en esta misma bitácora se relacionará con el Nokia Lumia 1020 de carcasa amarilla que he llevado en mi viaje por el sur argentino.

FUENTE: http://www.dattamagazine.com


En algunas sobremesas, mi padre suele contar que a finales de los sesenta, cuando viajaba a bordo de un Citröen 2CV, era usual que al momento de cruzarse en la ruta con un automóvil del mismo modelo sendos conductores se saluden con un guiño de luces que hacía explícita una suerte de complicidad, como si ellos fuesen miembros del mismo club y se identificaran con un código, una contraseña común. El eco de esta historia renació cuarenta años más tarde en la Ruta Nacional 5, mientras yo avanzaba junto a Roxana y Olivia, mi esposa e hija respectivamente, desde Buenos Aires hacia la capital pampeana. Paso a contarles.

En mi viaje, una de las funciones del 1020 fue la de navegador satelital. Recordemos que Nokia cuenta con un departamento especialmente dedicado a la cartografía: la división, antes conocida como Navteq y hace no mucho rebautizada con el nombre HERE, es uno de los caballos de batalla de la oferta de la firma. Por tanto, para el viaje descarté mi robusto Garmin y coloqué en un soporte sobre el parabrisas el chillón equipo de Nokia. Por cierto, los mapas no exigen conexión, lo que es una buena noticia; las indicaciones verbales son eficientes y los mapas estéticos. Como conté, la sorpresa llegó cuando un automóvil sobrepasó mi línea en el camino y una mano se asomó por la ventanilla del acompañante blandiendo un smartphone idéntico al mío, también de color amarillo. De alguna forma habrá identificado a mi smartphone-GPS y el buen hombre quiso manifestar aquella hermandad tecnológica en forma análoga a como lo hacían los camaradas de los Citröen. No es fábula.

El hecho hizo que, inevitablemente, piense que la firma finlandesa comienza a enderezar su marcha en el segmento: lograr esta identificación –aunque se trate de un hecho aislado, identificación al fin- es una buena noticia para el fabricante que ha pasado a manos de Microsoft. Aquella mano blandiendo un Lumia 1020 a través de una ventanilla en un auto que andaba a más de 100 kilómetros por hora en busca de mi complicidad, me recordó el fanatismo que muchos usuarios de dispositivos Apple no dudan en demostrar haciendo filas y pegando calcos en la parte posterior de sus vehículos.

Hubo más: El teléfono llama la atención no solamente por su color; también lo hace por su tamaño, por sus terminaciones y, sobre todo, por el lente de fotografía que asoma en su espalda. Evidencia de ello son las miradas que el smartphone recibió cada vez que lo saqué de mi bolsillo en algún espacio público: en la calle, en un centro comercial, en un bar.

La primera tarde de 2014 me refugié del frío en un café ubicado en la calle más céntrica de San Martín de los Andes, Neuquén. El pedido tardaba en llegar: a pesar del pleno verano, el día era gélido y los bares estaban atestados de turistas que se despertaban por primera vez en el nuevo año. Para matizar la espera puse el 1020 en mi mano y ni bien comencé a recorrer la pantalla con el índice, desde la mesa contigua empezaron a susurrar: “Es el nuevo Lumia”, “¿vos sabés cuánto sale?”, “¿ya lo están vendiendo?”, “¡es el que tiene una cámara de 41 megapíxeles!”. Nuevamente, la sorpresa fue inevitable. Reitero: esta breve bitácora de usuario no apela a la fábula para colorear sus líneas. Los datos son estrictamente verídicos.

Sí, ¡41 megapíxeles!

Aunque la globalización quiere cumplir sus promesas, algunos asuntos llegan con demora a las manos de los que vivimos al sur del mundo. Recuerdo que cuando me tocó escribir un artículo sobre la presentación global del Lumia 1020 (Nokia lo mostró por primera vez a mediados de 2013) la presencia de una cámara de 41 megapíxeles en un celular me parecía alucinante y, en cierta medida, inalcanzable como usuario común y argentino. No obstante, logré tenerlo entre mis manos gracias a los encantos de esta profesión. Mediando el mes de diciembre, el ala argentina de Nokia presentó el smartphone de alta gama en el mercado vernáculo, en el marco de un evento realizado en el zoológico de Buenos Aires, donde los concurrentes pudimos echar mano a los encantos de la cámara fotografiando a los animalitos que se animaban a mirarnos aquel atardecer. El viaje al sur ya estaba dibujado en mi agenda y creí que los parajes patagónicos serían ideales para poner a prueba la cámara del equipo. Pedí uno y lo llevé conmigo.

Hay que decir que cualquier usuario con mínimos conocimientos puede explorar los beneficios de la cámara que incorpora el 1020. En el menú de Windows Phone 8 (el corazón operativo de este equipo) aparece la herramienta “Cámara”, la cual presenta las funciones básicas para capturar imágenes o videos. Gracias al promocionado sensor de 41 megapíxeles al cual se añade la tecnología Pure View y un estabilizador óptico de imagen, Nokia dice haber reinventando el concepto de zoom: la gran resolución permite realizarlo después de la toma (no al momento de la misma, aunque es posible hacerlo con un gesto sobre la pantalla) y sin perder calidad.

Otras funciones añaden una complejidad que, al dominarla, entrega resultados encantadores. Por caso, veamos la segunda pata en la receta fotográfica del Lumia 1020: la herramienta “Nokia Smart Cam”. Se trata de una función que, al desplegarla, muestra la siguiente indicación: “Sostén el teléfono firmemente”. El celular-cámara realiza una serie de disparos y el sistema registra una secuencia de imágenes que luego pueden editarse y explorar en un movimiento casi lúdico. La función entrega la posibilidad de acceder a la mejor toma; permite atenuar diversas instancias de una toma en movimiento en la función “Disparo continuo”; escoger elementos de la imagen y eliminarlos de un plumazo, una función que muchos conocen en Photoshop, aunque en este caso el proceso es bien dinámico; y la posibilidad de editar rostros; entre otras alternativas.

Por último, aparece la función “Nokia Pro Cam” que promete resultados profesionales aunque, como he dicho, requiere que el usuario aprenda ciertos conceptos del quehacer fotográfico. En modo automático uno se las arregla fácil; sin embargo, al correr el ícono de la cámara hacia el centro de la pantalla se despliega un completo menú desde el cual es posible ajustar el enfoque, la velocidad del obturador, el balance de blancos y la sensibilidad ISO, así como el desempeño del flash Xenon. En tal sentido, el 1020 pone al usuario frente a un desafío: quien desee exprimir al máximo la robustez de la cámara, deberá adquirir ciertos conocimientos en el arte de la fotografía. Los más remolones pueden optar por las funciones automáticas o más sencillas.

“Nokia Pro Cam”, con su dedicado mosaico en la pantalla principal de Windows Phone 8, fue mi caballito de batalla a la hora de tomar fotografías en los parajes del sur argentino. Las dos siguientes fotografías tomadas a orillas del Lago Lácar hacen explícito el poder del zoom de esta cámara (posterior a la toma). La primera de ellas es la toma original; la segunda, un acercamiento.







Mismo caso para las dos siguientes imágenes tomadas en el camino de los siete lagos.